Durante varias semanas la palabra
"Aysen" se tomó los medios y noticieros de este país, y esto es muy
extraño, pues, como leí de alguien en twitter, "ni en el tiempo aparece
Aysén".
Y es que esta lucha por "nivelar la cancha", de esta región sumida en el olvido, es el ejemplo extremo de lo que ocurre en
todas las regiones y provincias chilenas, gracias a un centralismo enfermizo y
caótico que levanta temas metropolitanos como emergencias nacionales y sume en
el olvido las necesidades de regiones, lo que se incrementa a medida que
avanzamos hacia las zonas extremas del país.
Pero este conflicto no solo destaca por la anormal
referencia a esta región austral, pues también destaca como la comunidad que
compone este movimiento ha demostrado una decisión y organización ciudadana
ejemplar, donde abunda la solidaridad, algo que por cierto es muy extraño para
muchos, y que es transversal a color político, creencia religiosa y sector
social. Pero, como siempre, existe una excepción a toda esta unidad, y esa es
precisamente el gobierno regional, encabezado por una intendenta que poco
interviene, siempre mandatada por un gobierno central cómodamente de vacaciones
o en Santiago, llamando a no protestar y entregando respuestas creadas por
personas que están a más de 1500 kilómetros, y por si pareciera poco, ni
siquiera lo hacen directamente a ellos, si no que salen por televisión,
creyendo que la gente en Aysén está aletargada con la televisión esperando las
respuestas, cuando en verdad están en la calle cuidando, cocinando,
conversando, etc.
Así es como esta gente ha sacado la voz para exigir ser escuchados, no solo en sus quejas, sino que también en sus propuestas, comprendiendo que nuestra labor como habitantes de un lugar es velar por su bienestar, y que para lograr esto es necesario organizarse, dejar el individualismo atrás, y comenzar a dialogar, escuchar y proponer soluciones a las necesidades, no dejar que el resto lo haga.
La gente se cansó de esperar y ha
comenzado a crear. Lo importante de esto es que para crear primero hay que
soñar, proyectarse a futuro, algo que se había perdido en toda esa doctrina del
terror que implantó en Chile la dictadura militar, como hoy intenta preservar la
dictadura económica.
Y sin duda, la mejor herramienta para
concretar estos sueños y crear esas propuestas es la organización, pero no nos
podemos quedar allí, pues para lograr los cambios también se necesita
compromiso con el proceso, con ese sueño que tenemos, como también es necesario
escuchar e incluir a todos, sin importar cuán distinta sea su opinión, ya que
es en ello donde encontramos las debilidades que tiene nuestra postura, y que
debemos solucionar.
En fin, en Aysén comenzó un movimiento
social que es de largo aliento, pero, en la medida que la gente se dispuesta a
trabajar, será efectivo en sus soluciones. También nos propone un interesante
desafío, invitando al resto del país a comprometerse y participar en la demanda
de sus derechos, apoderándonos de la política como
construcción de la sociedad, esa que fue secuestrada en tiempos de dictadura
por gente que solo busca aprovechar su estadía en el gobierno para robar y, que no está demás decirlo, quienes nos prometieron la felicidad, siguieron estrujando hasta el último peso posible.
(Ilustración de Liniers)
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