Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas,
de pronto, cambiaron todas las preguntas.
(Mario Bendetti)
Desde hace tiempo vengo observando, como las personas han ido desarrollando habilidades para realizar acciones, sin conocer en profundidad lo que está haciendo, o incluso sin haber aprendido nada. Gracias a las nuevas tecnologías, a la masificación de los libros y la mayor accesibilidad a la información para un sector de la sociedad, a la cual me refiero, hoy muchas personas (principalmente adolescentes y jóvenes) no se complican en aprender y mucho menos en crear, para eso están las recetas o Wikipedia. Hoy soy capaz de tocar en guitarra una canción que jamás escuché porque puedo acceder a su tablatura, puedo hacer panqueques porque puedo acceder a una receta por internet, puedo arreglar mi jardín porque leo un manual en pdf sobre como plantar e hidratar un rosal. Pero, ¿podrán las recetas y los manuales responder a todos los contextos? ¿Podrá el lector saber que hacer si no tiene huevos para sus panqueques? ¿Sabrá el jardinero graduado en el rincón del vago, si siguió las instrucciones al pie de la letra, o si esas instrucciones se adecúan a su tipo de suelo, tipo de agua, tipo de clima, etc?
Hace unos días asistí a una charla de la psicóloga Langford, que exponía su GRAN descubrimiento para la educación, un programa de “entrenamiento de habilidades” que ostentaba tener la base teórica de muchos autores de re nombre como Vygostky y Maturana, mezclados con el efecto Mozart y una alta valoración de la autoridad y la jerarquía. Su propuesta era un método ecléctico basado en la repetición de acciones y palabras, para aprender inglés y matemáticas, que permiten el fortalecimiento de las redes neuronales. Su programa consistía en DVD’s con videos donde una voz decía “Apple” y al unísono los estudiantes, con voz robótica y aburrida repetían “eeipl”, y textos escolares llenos de actividades dirigidas, para todos por igual. No es solo opinión mía el decir “con voz aburrida”, la autora del método Langford destacaba el papel del aburrimiento en el aprendizaje y desarrollo de la voluntad, pero me pregunto yo, un programa que busca desarrollar la voluntad propia, ¿puede determinar las acciones de los estudiantes para decirles lo que tienen que hacer para tomar conciencia? ¿Será una verdadera toma de conciencia? Bueno, en fin, no quiero ahondar en este método, no era mi intención, porque lo realmente preocupante de esto, no es el método, si no que la gran mayoría del público (compuesto en casi su totalidad por educadoras de párvulos en ejercicio, invitadas por JUNJI), miraba con asombro y preguntaba como obtener esos dvd’s que hacen su trabajo. El gran descubrimiento de Langford, no era nada más que lo que cualquier educador sabe que tiene que hacer, sus libros, son la receta hecha.
Entonces, será que el método era espectacular y novedoso, o será que las educadoras encontraron que era más fácil tomar la receta hecha de otra persona y aplicarla en sus estudiantes (independiente del contexto y de la realidad de cada niño y niña). La sociedad se adapta a este mundo cambiante desarrollando habilidades que le permiten moverse dinámicamente en esta vertiginosa vida postmoderna, como el uso de tecnologías y habilidades sociales para desempeñarse en diferentes contextos con un mínimo de conocimiento. Pero la escuela ¿está respondiendo a este contexto? Creo que los profesores están poco a poco atreviéndose a aceptar la emergencia y la incertidumbre como algo natural y enriquecedor en los contextos de aula, pero sistema y la cultura escolar insisten en trabajar en base a “aprendizajes esperados” iguales para todos y en la estructuración de las rutinas. Proponen dar un orden pre-establecido al caos, el resultado, es un desorden. ¿Por qué? Pues una de las posibilidades es porque están pensando en que tienen todas las respuestas y quieren aplicar recetas probadas en todos los estudiantes (textos escolares, pruebas estandarizadas, aprendizajes esperados, reformas educativas, programas de “nivelación”, reforzamientos, etc). Muchos se han dado cuenta que es imposible aplicar modelos foráneos, o incluso criollos, sin considerar el contexto, y cada vez que encuentran un programa, método, libro, que da resultado, corren a mercantilizarlo y masificarlo. Cualquier profesor que haya estado en un aula, valorará infinitamente los aportes de Lev Vygostsky y de Humberto Maturana al aplicarlos con sus estudiantes, pero al contrario de lo que se pueda pensar, un libro de actividades inspirado en ellos, va contra lo mismo que ellos plantean. Ya que un libro puede ser excelente, pero si no responde a las situaciones emergentes que son imposibles de predecir, solo se va a constituir como un obstáculo en los aprendizajes auténticos y significativos que nacen o surgen de la mezcla de una situación de incertidumbre con la curiosidad epistemológica propia de los niños, que pueden culminar en aprendizajes y aprehendizajes significativos si tienen una adecuada mediación por parte del educador. Lo mejor de esto, es que lo más probable, es que el niño tenga una sonrisa en la cara cuando esto suceda, al contrario de las actividades de repetición y aburrimiento que plantean los entrenadores de habilidades.
Este sistema busca tener todas las respuestas, pero como plantea Benedetti en la cita que da comienzo a este escrito, cuando se creen tener todas las respuestas, cambian todas las preguntas. Reconocer esto nos plantea el desafío que nos anticipó siglos atrás el gran educador latinoamericano Simón Rodriguez, el desafío de ser originales: “Si algo se ha de imitar, es la capacidad de ser original”. Y ser original, implica desafiar lo establecido, implica crear, implica plasmar la capacidad de pensar, re-pensar, cuestionar, soñar, ¡ser libre!
¿Nuestras escuelas estarán haciendo esto? ¿Le harán un favor a la educación estos técnicos de la enseñanza apiñados en el ministerio? ¿Serán los aprendizajes esperados, más útiles, valiosos y significativos que los aprendizajes inesperados? ¿Por qué todos buscamos la receta, el manual, o en el peor de los casos la plantilla, antes de pensar originalmente desde el contexto, una respuesta a la situación emergente?
Pues, desde el punto de vista de los resultados, puede ser que la receta sea eficiente, ¿pero será más humana? El niño o la niña logrará un alto porcentaje de eficiencia en la resolución de problemas matemáticos o en recordar causas y consecuencias de un hecho histórico que leyó en su libro y relleno sobre una línea en su prueba, pero, ¿podrá aplicar el pensamiento lógico para resolver cualquier problema, podrá reconocer un problema cuando este no esté escrito o no pueda solucionarlo solamente rellenando un circulito con su lápiz negro? ¿Podrá ser consciente del lugar y tiempo histórico en el que se encuentra y reconocer las causas del Statu quo en el que vive? Pues, en el mejor de los casos lo hará, pero no será consciente de que lo que hace para un problema en el colegio, es lo mismo que puede hacer en la vida, cree que son cosas totalmente distintas, y en la vida utiliza formas creadas por él mismo de las cuales nos es consciente hasta que reflexiona sobre su actuar o realiza procesos de metacognición sobre sus procesos. La escuela se ha encargado de que niños y niñas vivan en 2 mundos, el de sus cuadernos y el real, y como si fueran parte de la teoría de los multiversos de los comic estadounidenses, la escuela y el mundo real, son dimensiones paralelas que eventualmente, cuando ocurren situaciones extraordinarias, tienen puntos de encuentro.
Es urgente, pensar la escuela como parte de un mundo complejo y lleno de incertidumbres, inserta en una realidad sociopolítica donde convergen diversos paradigmas socioculturales que deben aprender a dialogar y convivir. Es imperante reflexionar sobre el afán de ordenar y controlar el ambiente caótico y complejo que existe en las escuelas, e incursionar en modelos que promuevan la auto-organización emergente, las situaciones de aprendizaje que promuevan el surgimiento de sinergias educativas entre las potencialidades del ambiente social, natural, político y humano de una escuela. Dejar de dar y hacer clases y comenzar a perseguir y crear aprendizajes. Dejar de silenciar la curiosidad, dar rienda suelta a la creatividad, y mediar el desarrollo de los aprendizajes tratando siempre de promover el desarrollo de habilidades y aprendizajes sociales, emocionales, democráticos y emancipatorios, para que nadie aprenda por que le mandan a aprender, si no porque siente el deseo y la necesidad de hacerlo, eso sería para mi el verdadero sentido del desarrollo de la voluntad, no el aprender por repetición como lo profesan las recetas escolares que andan comprando por ahí.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Se agradecen las preguntas y comentarios =)